lunes, octubre 10, 2005

TEXTO DEL PRINCIPITO DE SAINT-EXUPERY

Aquí va un texto de "El principito" de Saint Exupery. No se si es o no un libro para niños. Lo cierto es que me gusta más cada vez que lo leo.

- En tu tierra- dijo el principito- los hombres cultivan cincomil rosas en un mismo jardín... y no encuentran lo que buscan.
- No lo encuentran- respondí.
- Y sin emabargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa, o en un poco de agua...
- Seguramente- respondí.
Y el principito agregó:
- Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.

domingo, octubre 02, 2005

LA INOCENTE CARICIA DE JULIA

Escribí esto con 19 años recien cumplidos...he hecho algunos retoques y aquí va el primer texto propio.

El instante en que la mano de Julia se posó de manera inocente y accidental sobre la mía, fue el más intenso de cuantos he vivido. Aquello me hizo pensar en como los buenos momentos se esconden entre una jungla de vivencias. Los instantes que nunca se olvidan no son aquellos que se preparan de antemano. No son aquellos en los que se piensa "jamás olvidaré este momento". Son una mirada. Una caricia. Una sonrisa. Una lágrima que recorre el rostro y que nunca se podrá secar. En muchas ocasiones pasan desapercibidos. Como si la eternidad les condenase a vivir tan sólo en el recuerdo.
En su momento no pasó de ser un inocente e involuntario contacto físico. Con el tiempo, y sólo con el tiempo, significó el débil resurgir de un sueño que se había perdido en el diván de las esperanzas rotas. Mi mano se contrajo al sentir la cercanía de sus dedos sobre las yemas de los míos. Su mirada se perdía en el horizonte mientras la mía se centraba en el escaso medio metro que nos separaba. Apenas sentí un mínimo contacto, los sentimientos contradictorios pero frecuentemente ligados que son el amor y el miedo se lanzaron sobre mí. El calor de su mano quemaba demasiado como para soportarlo. Por un segundo sus dedos y los míos jugaron a entrelazarse. Como si llevaran buscándose durante años, parecían encajar como encajan los cuerpos de dos amantes que han estado esperándose una vida entera.
Muchos años después puedo afirmar que jamás un contacto humano volvió a provocarme un deseo y una repulsión más grande. El impulso de aferrarme a la mano de Julia como el Don Juan que se aferra a sus palabras o el idealista que se aferra sus sueños se oponía a la imperiosa necesidad de soltarla y hacer que se hundiese en las profundidades del olvido. Una mirada suya me habría ayudado a decidir. Pero ésta nunca llegó. Quizás por miedo, quizás por indiferencia, Julia no puso sus ojos sobre la persona a la que acababa de entregar su mano. Es curioso como un momento compartido por dos personas puede significar un todo para una, una nada para la otra.
Los fantasmas de mi relación fallida con Julia volvieron a planear sobre mi cabeza. Nunca nos llegó a unir un beso, sin embargo nuestras vidas se desarrollaban en caminos tan paralelos que las andábamos de la mano. Ella fue la persona que me hizo salir de un lecho de desesperanza y abatimiento. Yo fui el primer chico capaz de mirarla fijamente a esos ojos verdes cuyo efecto hipnótico no causaba tanta atracción como miedo. Ella me daba vida con cada palabra que me dirigía. Yo la hacía sentir como la princesa que espera en su ventana al novio que aun no regresó de la batalla. Le aguardaba en la soledad pero con la convicción de que algún día volvería. Sin embargo tardé demasiado tiempo en darme cuenta de que su amado no tenía mi rostro.
Mi intención siempre fue ganarme a Julia con cada palabra. Cada gesto. Cada sonrisa. Una mirada era una prueba final que se podía aprobar o suspender. Por desgracia, nunca llegué al cinco. Cada segundo que no pasaba con ella era una oportunidad desechada. Cada conversación intrascendente era un paso atrás. La búsqueda de todo aquello que Julia escondía en las partes más recónditas de su mente me hizo olvidar que una relación sin secretos es como leer un libro del que ya se conoce el final: Por lo general acaba perdiendo el interés. Hasta que todo estuvo perdido no descubrí que la mejor manera de conquistar un corazón es dejando pasar el tiempo.