lunes, julio 31, 2006

DIAS DE ESPECTACULO


La plaza se llena de gente los días de espectáculo. Días soleados, nublados, caprichosos o amenazantes. El público juega a formar un rebaño sin pastor, una colmena sin Reina, un pelotón de fusilamiento sin lágrimas. Sólo caben sonrisas en la plaza durante aquellos días abiertos, oscurecidos, susurrantes o melancólicos; durante los días de espectáculo. El jolgorio entona un canto descompasado de acordes dadaistas. El agua bajo la cual se ahogan las aceras penetra sinuosamente en las botas de aquellos niños que corren por las calles huyendo de sus sombras. Y después, consiguen llegar al pseudopatíbulo. Allí nada cambia en los días de espectáculo. Ya sean días despejados, encapotados, silenciosos o pulsilánimes, todo es inamobible sobre la antigua plataforma de madera. Los mismos culpables con los mismos gestos cariacontecidos y con los mismos gritos de arrepentimiento. Pero en los días de espectáculo, no hay clemencia alguna para aquellas vidas condenadas a vivir.El público desdibuja en el aire signos de exclamación, fruto de la incertidumbre y del odio que, el viento juguetón, arroja sobre los condenados con una fuerza desproporcionada. En sus retinas, la llama de la vida se apaga al son de la inmortalidad. La guerra abandonó ya sus corazones. En los días de espectáculo, sus ojos se reencuentran con los muertos.

(Imagen:"La guerra" de Marc Chagall)

viernes, julio 21, 2006

HIELO


Hoy me da igual todo aquello que alguien llama transgresión. Formo parte de una sociedad trasgedidamente intransgresora. Olfateo letras que golpean mis tímpanos hasta reventarlos. Palabras manchadas de ideologías de plástico azul, manchadas de movistar, amena y repsol.

Pepsi patrocina un Nuevo Mundo. En él, sus habitantes eyacularán directamente sobre el henchido estómago de la civilización. Quedarán embarazados de sus propios fetos espermatorreados de ceros a la derecha. ¿Crees que me conformaré sólo con una poesía?. Cajas expendedoras de billetes con dirección a ningun lugar, ¿pero que importa? Tenemos el billete. Y mientras, fuera hace frio. El hielo se extiende sobre la tierra como un cáncer maligno- lo siento, demasiado Henry Miller daña al cerebro-. Pero no tenemos estufas, sólo aire acondicionado de autobús, sólo siento calor estando próximo al frio. Sólo sé que no consigo olvidarte.

Amasijos de algodón enmohecido ejercen una irresistible fuerza opresora. El mundo se convierte en una gran pistola que sólo puede leer códigos de barras pertenecientes a productos descatalogados. Mi están se esconde dos pisos bajo tierra. Rodeado de gusanos pero resguradado del frio. Creyendo contemplar una panorámica que no es más que tierra mojada aplastada por el tiempo.

(Imagen:Georgia O´keefe "Luna")

miércoles, julio 19, 2006

RECUERDO...


Recuerdo una estación de tren en un día lluvioso. Estoy en Greenwich y llevo un polo azul que me prestó mi tío y que acabo de manchar con oraldine- o líquido enjuagante como algunos dirían-. Tenía 14 años y ni siquiera sabía quien coño era James Joyce.
También recuerdo un autobús rojo que atraviesa Plaza Castilla conmigo dentro. Resaca y decepción- dos palabras que llevo toda la vida tratando de descasar-, acentúan el demoledor efecto del aire acondicionado que tanto caracteriza a la EMT- desde antes incluso de la invención del calor-. Como consecuencia de ello, paso los dos días siguientes en cama. No importa, sólo tengo 15 y aun creo que algún día escribiré la secuela de Parque Jurásico.
Si, recuerdo, recuerdo... quizás sea de las únicas cosas que no necesitan adiestramiento. Pero la memoria pesa. Avanzo y retrocedo para descubrir que me deje las alas en aquel autobús. Corro cuando de repente descubro que hecho en falta a aquel niño que usaba polos manchados de oraldine.
Ansio conocer la verdad aun sabiendo que ello me hace cada vez más ingenuo. Cierro los ojos y espero el advenimiento de un nuevo yo que arrastre aquellas raices que forman mi memoria, que llenan mi olvido. Pero para cuando ésto ocurre, el eco de una voz desconocida, desaborida, susurra a mi oido: ¿ésto significa renunciar a Spielberg?.
Vuelta a empezar. Odio el recuerdo porque nunca puedo pedirle cuentas. Porque cierro los ojos y olvido tu rostro.

sábado, julio 15, 2006

DEMASIADO TARDE PARA OLVIDAR


Y en su mirada, el cielo juega a ser mar. Mar que acaricia mis tobillos, se desliza entre mis dedos; tatuado en algún recodo de mi memoria, fustigado por lazos invisibles que hace tiempo dejaron de abrasar.

Y en nuestra noche estrellada, Vincent Van Gogh juega a ser Woody Allen. Mis palabras descompasan la melodía que su voz dibuja sobre el viento. Trato de gritar a través de susurros, intento rebelarme contra mi rebeldía, desmontar mi vida partiendo de sus ojos. Basta con escuchar la voz de su silencio para entender que nunca podré enunciar las palabras adecuadas. Que mis oidos sólo permanecen abiertos a su mirada. Que mis retinas serpentean por parajes prohibidos.

A medida que desandamos lo andado, extraños olores de despedida hacen languidecer aquella noche tan remota, tan imposible. Me sobran centímetros, me falta tiempo, me asfixia el incipiente ocaso de nuestro recorrido...si al menos pudiese abrir la boca. Pero aun es demasiado pronto para imaginar. Demasiado tarde para olvidar.

domingo, julio 02, 2006

TRIGO Y CESPED


Limpiando mi cuarto he sido capaz de tirar todos aquellos objetos color trigo que destiñen el cesped que recubre mis paredes. Dicha tarea es complicada pues el trigo tiende a reproducirse, a extenderse y especialmente, es proclibe a no caducar nunca. Es, sin embargo, tan necesario que su falta se convierte en un lastre casi insalvable. Ello hace de él un elemento peligroso que tanto daño hace en exceso como en defecto. Me resulta complicado alcanzar el equilibrio- tengo tendencia a a cojear de mi pierna izquierda, pensar con mi hemisferio derecho y quererte con mi ventrículo superior izquierda-, tiendo a la inestabiliadad y mi necesidad de trigo sólo se ve compensada con el exceso de cesped- que implica riesgo de sobredosis-.
Sé, sin embargo, que si de repente me convirtiese en alguien estable, el problema sobrevendría por falta de cesped ya que la estabilidad me impulsaría a asegurar el trigo, derivando ello en una nueva inestabilidad "positiva" que convertiría el ciclo de alternancia de mis prioridades en algo parecido a la línea 6.
Así pues, estable en mi inestabilidad, deshecho el trigo. Con sudores frios que algún desconocido podría confundir con lágrimas, dibujo en el aire con mis propios dedos el estigma del fracasado.Una vez mas soy incapaz de equilibrar trigo y cesped. Empiezo a pensar ¿sera realmente ésto lo mio?.

EL SOFA


Observa el tímido recuerdo que se aloja en el sofa de terciopelo que compró hace ya 32 años. Con el tiempo ha adquirido una forma que le singulariza con respecto al resto de recuerdos que tatuan su hogar. La tela está rasgada, arañada, desilachada. En su afan por guardar luto a la memoria se afea más y más sin que él pueda ni quiera hacer algo para solucionarlo. El respaldo de la derecha es el lugar donde confluyen todas las desaveniencias que han remarcado la singurlar personalidad del sofá. Tal es su deterioro que amenaza con desdibujar más surcos sobre su tela con tan sólo mirarle.
Pero bajo el influjo de la pesadumbrez él lo observa, de arriba abajo, buscando en sus hilos el rostro de una mujer, de un niño, buscando una vida que traza sobre la negra superficie que recubre su recuerdo. El sofá, no dispueso a convivir con unos ojos escrutadores, permite al polvo errumbrar sus entresijos. Cuanto mayor es su deterioro, más viveza cobra la memoria tatuada en su respaldo. Pero aquello no despierta nostalgia alguna en él. Sus retinas ya no entienden de objetos, no entienden de vida; se limitan a traducir los sonidos, los olores, los gestos, al idioma de la melancolía. El sofá entona un requiem mientras se desvanece al son de del recuerdo.