lunes, febrero 12, 2007

Epitafio de bienvenida



"Transgredir por transgredir. Dirtransgrer por gedirtrans"
Bonito epitafio, pensé al leer aquel conjunto de letras desordenadas y que, de manera maravillosa, ordenaban el recuerdo que de aquel autor me había hecho durante la larga travesía. Cuando comencé la búsqueda era aun de día, y ahora, la oscuridad, como una mancha de aceite, se ha solapado sobre la luz jugando a ser noche. Pero no es de noche. Lo intuyo por el pequeño escupitajo de luz que ilumina el epitafio. Y la larga travesía no ha podido ser lo suficientemente larga como para acabar con el día así, de un plumazo.
Y ahora que estoy frente a la tumba, no es tan significativo el sentimiento que me sobreviene. Es cierto que mi gesto se ha contraído y que las lágrimas circulan por mi mejilla excediendo los límites de velocidad permitidos. Pero todo es una ilusión: forma parte del lugar común en el que debo incurrir ante el sacro foso donde reposa la materia gris de mi pluma, marchita como la piel ardientes de nuestros momentos. Y sino lo hiciera de este modo, la culpa me sobrevendría y entonces, entonces si que se haría de noche.
Transcurren veinte minutos y aun permanezco de pie frente a la tumba, leyendo y releyendo el epitafio del derecho, del revés y en espiral. Mis piernas están cansadas y el escupitajo de luz se abre en forma de abanico, que agitando sus alas de terciopelo, me transmite un frío sepulcral. Pero aun debo permanecer más tiempo. Qué fácil sería si no temiese a la noche. Pero lo cierto es que la temo... y nunca sabré trasgredir por trasgredir.