viernes, diciembre 01, 2006

SÍNDROME DE ESTOCOLMO (El)



Es marido antes que hombre. Pasea por la calle con su esposa- sólo esposa- observando como los viandantes miran de refilón a aquella mujer que le acompaña y que tan sólo es capaz de inspirarle celos. Ultimamente se preocupa menos ya que ha ideado un plan para evitar esta incómoda situación que tanto viola la necesaria honorabilidad que cualquier pareja ha de ostentar. A partir de un 6 de junio, su mujer deja de llevar camisetas para vestir tan sólo polos y camisas de manga larga. Por supuesto, el marido, completamente satisfecho con la idea, concilia ahora el sueño con mayor facilidad durante las noches y en especial durante la sobremesa- antes incluso de rebañar el yogurt. Por la calle, el sol apunta de nuevo a sus ojos y no a su incipiente calvicie. La vida parece más fácil, menos roja. Es sorprendente cómo los problemas suelen solucionarse con insignificantes argucias, claro que algunos de ellos tienden a enquistarse. Una semana después, cree ver como cierto hombre escondido bajo un traje de ejecutivo observa a su esposa cruzar la acera. Nada es accidental, se dice mientras despacha al último cliente del banco aquella tarde de miércoles. Y el pasado acecha envuelto en camisa de cuello alto.
Un mes más tarde, su mujer sale a la calle enfundada en un jersey burdeos adquirido años antes en un mercado persa. No sienta tan mal, piensa una vez lo estrena, y mejor aun está acompañado de aquellos pañuelos que tan caros salieron en cierta tienda parisina y que ahora sirven a su esposa para secarse el sudor de la frente. Confiado de la superioridad que sin duda ostenta sobre el resto de los seres humanos, el marido procura ignorar las miradas furtivas que ahora juegan a posarse sobre aquel cuerpo vendado de pieles. Pronto descubre que nunca antes tantos hombres habían observado a su esposa. Un velo, una gorra... prueba todo sin lograr sacarla del centro de atención. Su hermosura es irremplazable, inalcanzable quizás.Y llegó el día en que tuvo que hacerlo... ya no sabía como frenarla.

(Imagen: Rene Magritte "los amantes")

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