
Ocurre que cuando dos miradas furtivas no logran encontrarse, el tiempo se rompe a la espera de una conexión, al igual que las nubes, que ahogan sus formas al soñar cómo se funden con el vapor que emana de los trenes. Todo calla excepto las retinas, que evocando la voz del silencio pelean contra el cronómetro, implacable abstracción que se encarga de separar lo que el azhar trata de unir. Son fuerzas opuestas que se arremolinan, se entrecruzan, rompen la linealidad que desdibuja el destino sobre la palma de la mano. Una brisa de aire despoja a la casualidad de su su poderosa fuerza de atracción. Ahora no son más que miradas impares, arrastaradas por la corriente del tiempo.
(Imagen: Anna Karina en "Pierrot le fou" de Jean Luc Godard)