miércoles, julio 04, 2007

Desierto



Y el desierto se vacía, poco a poco. ¿Quién hizo el agujero?. Y esas líneas, rectas o curvas, curvas y rectas, surcan el rostro de aquel capaz, cada mañana, de realizar su autoretrato sobre el cristal. Y en cada retina, una falda juega a ser mujer. Pero el desierto es cada vez más pequeño y las dunas han perdido sus curvas.
Cada grano, ¡aférrate a él!, cada grano desprende recuerdos, recuerdos que se materializan en palabras, palabras que se conforman con ser miradas, miradas que se pudren en el tintero, siempre tan solitario, seco, siempre tan lleno de recuerdos. Eterna fuente de fábulas.
Y mientras, la vida se desliza sinuosamente en torno a la pluma. ¡Desconfía!, es en el rostro donde quiero padecer sus achaques. Invocar un paraíso perdido, revivir su intensidad a través del efecto adormecedor de la fusta.
Por suerte, aun en el desierto las manzanas susurran nubes de colores. Aun mis dedos dibujan pequeñas serpientes. Aun mi boca permanece cerrada a las autovías provinciales. Pero, ¿por cuánto tiempo?. Cuando los escorpiones no tengan arena bajo la que esconderse, cuando cada grano sea agua, cuando toque flotar a la deriva, arrastrado irremediablemente hacia playas de piedras. Entonces recordaré que un día fuiste grano...y te dejé escapar.

No hay comentarios: