
Espero malgastando un tiempo que el reloj se empeña en reclamar. Mi pierna se mueve al compás del tic tac. Dominada, sodomizada por una manecilla de ritmo implacable y frio acero. Una delgada vara se acerca a mi pescuezo. Puedo acariciar el metal con mi nuez aun a riesgo de oxidarlo. Apenas tengo tiempo para compadecer su fria soledad cuando veo que pasa de largo. Sólo entonces encuentro fuerzas para susurrar a su oido palabras de amor desesperado, escondido, engañado.
Una varilla más, una varilla menos. El silencio, con su siempre coordinada sonoridad, ha inundado la estación . Tumbado en el anden contemplo un nuevo adios rajado por una cuchilla de indiferencia, empastado con pinturas ocres, olisqueado por narices entrometidas y desdibujadas. Enseño la palma de mi mano al vacio esperando contestación. Un tic tac avisa de la llegada de un nuevo tren, lástima que entre suma y suma no me enseñasen como se hace una maleta.
1 comentario:
... y el tic tac sigue en todo lo que nos rodea... hasta el tiempo envejece y ese si que sabe hacer maletas...
¿Hacía donde se marcha el tiempo?
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