sábado, diciembre 17, 2005

LA GRAN FÁBRICA



Cuando Andrés cumplió 10 años, su padre le llevó a ver la gran fábrica. El amasijo de hierros y las nubes de humo acapararon toda la atención del pequeño. Fue ese día cuando empezó a comprender que todo aquello, sería suyo algún día. Varios años después, sentado sobre una silla de terciopelo azul y vistiendo un traje de Armani, firmó el documento mediante el cual vendía la gran fábrica.
Cuando Andrés tenía 23 años, su padre murió y el amasijo de hierros pasó a ser todo suyo. La habilidad que poseía en el complicado arte de los negocios le llevó a mejorar el trabajo realizado por su progenitor. Pero mi amigo siempre iba en busca del irrealizable sueño de la perfección. Siguió a una sílfide a través del bosque de la perdición. Y nunca encontró la vuelta a casa.
La última vez que le vi, sus ojos parecían los de un anciano que ha pasado sin vivir por la vida. Temerosos de mirar hacia el interior por miedo a no encontrar nada. Si Andrés no lloraba no era por el orgullo que un día le perdió. Era porque todas sus lágrimas se habían congelado dentro de su corazón de hielo.
Un día me acerqué a lo que fue la gran fábrica. Ya no había amasijo de hierros ni nubes de humo. Sumido en la nostalgia recordé el día en que Andrés y yo jugamos al escondite entre las máquinas apresadoras. Hay recuerdos que solo adquieren relevancia con el paso del tiempo. La sonrisa de mi amigo nunca volvió a brillar como aquel día. Andrés fue siempre el sueño de una sombra demasiado alargada. Como ocurrió con la fábrica, prefirió derrumbarse una vez llegado el ocaso.

1 comentario:

gErT dijo...

qué grande es magritte!!
Qué bueno que vuelvas a eyacular tanto sobre tu blog, me cansaba de leer siempre lo mismo...
a ver si todo continúa así...
ya sabes dónde estoy.
Y toma, un blog amigo (digo más ke amiga) http://unodelosotroslados.blogspot.com por si alguien lo quiere.