miércoles, abril 05, 2006

RETRATO DE UN ARTISTA ¿ADOLESCENTE?


En una pequeña casa- que siempre estubo lejos de ser un hogar-, creció con las fuerzas mermadas debido al hambre atroz que siempre reinó con mano firme y castigadora en su ciudad natal. Iba a un pequeño colegio en el que le enseñaban a leer, escribir, sumar y restar. Con la cabeza fija en el escritorio y la mente vagando por paisajes dignos de Gauguin, logró convertir la tragedia de ser un muerto en vida, en una rutina diaria que hacía que los meses y los años pasasen a su lado a una velocidad casi imperceptible para su joven memoria. Cada vez más estoico al paso del tiempo, sus ojos enmohecieron antes incluso de poder admirar el paraiso en la otra esquina.
La amenaza de las cruces y el fuego grabó en lo más profundo de su ser el estigma de la religión. Más adelante lo combatiría una y otra vez sin lograr nunca desprenserse de él. Gracias precisamente a este incansable afan de lucha contra si mismo y contra sus convicciones inconscientes más profundas, obtuvo las fuerzas necesarias para huir en plena adolescencia de aquella carcel que tanto le mermaba en su afan de reclamar un lugar en aquel mundo desconocido que sin embargo admiraba y creía incombustible e incomensurable.
Tras varios años recopilando experiencias en busca de aquel tiempo perdido-que más adelante significaría un quebradero de cabeza- sacó a la luz su primera obra. En ella, abandonó la lucha interna en pos de extirpar quirujicamente aquel cristianismo intrínseco a su persona para escupirlo sobre varias cuartillas de papel.
Sus obsesiones empezaron a entrecruzarse hasta chocar frontalemente.El viaje homerico que realizó hasta la perfección absoluta le convirtió en un personaje repudiado y temido. Admirado y mancillado. Através de sus gafas de cristal redondo contemplaba la sociedad desde lo alto de un precipicio. A medio camino entre la divinidad y el suicidio.
Encerrado en una profunda nostalgia y preso en el mito del paraiso terrenal, el tiempo se le acababa. El último tren había partido ya. Murió a miles de kilómetros de su Dublín natal. "Largo es el arte y corto el tiempo" decía Baudelaire. James Joyce perdió su batalla contra el tiempo pero eso no le impidió ganar la inmortalidad.

(Leopold Bloom, protagonista de "Ulises" dibujado por Joyce)

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